Los religiosos de la población José María Caro revelan cómo avanza en las calles
Pirotecnia, memoriales, armas de fuego y música urbana: los símbolos de la narcocultura en los barrios
Aseguran que hay “una ausencia del Estado” y demandan un mayor apoyo desde el gobierno central en programas de intervención y prevención para niños y jóvenes.
Daniel Inostroza G.
“Hace unos días vi con horror en un velorio narco cómo los niños jugaban a contar los casquillos de las balas que estaban sobre el ataúd”; contaba el sacerdote Juan Emilio Araya hace unos días en una carta al director de “El Mercurio”, para retratar lo que él denomina como “la cultura narco”.
Benjamín Ossandón, también sacerdote, escribió en otra misiva a este medio que cuando conversaba con profesoras que trabajan en sectores vulnerables, “me confidenciaban que al preguntarles a los niños qué quieren ser cuando grandes, varios respondían que querían ser ‘soldados’. Y no se referían a que quieren defender a su país en el campo de batalla. Se refieren a que quieren trabajar montando guardia en las esquinas, vendiendo droga y estar al servicio de los narcos”.
El narcotráfico concentra el 80% de las expresiones delictuales del crimen organizado, según señaló hace algunos días en un seminario el fiscal antinarcóticos de España, Ignacio de Lucas. Según un índice de Fundación Paz Ciudadana, uno de cada tres chilenos ha visto o experimentado directamente situaciones ligadas al crimen organizado como los narcofunerales, los homicidios por ajustes de cuentas o enfrentamientos a tiros entre bandas y policías, entre otras.
De hecho, Según un informe de Carabineros de diciembre de 2022, en los últimos cuatro años se han registrado 1.518 narcofunerales, en 24 comunas de la RM.
En ese contexto, ambos religiosos reflexionan sobre ciertos simbolismos que permiten identificar la presencia de la narcocultura en los barrios, particularmente en la población José María Caro, en la comuna de Lo Espejo, que es donde está su iglesia.
El padre Ossandón, director de la Pastoral Nacional de Alcoholismo y Drogadicción de la Conferencia Episcopal, hace un duro análisis de cómo el crimen organizado ha permeado las capas sociales de los sectores más vulnerables, “supliendo” la labor que debe ejercer el Estado.
En su experiencia trabajando en la población José María Caro, identifica estos simbolismos y menciona, en primer lugar “el recurrente uso de fuegos artificiales”, tanto cuando muere un integrante de alguna banda como también para anunciar que “llegó la droga”. Y detalla otros, como que cuando hay un narcofuneral se pone sobre el ataúd una cierta cantidad de armas que simbolizan el rango que el fallecido tenía en la organización. También el uso de casquillos y municiones sobre el ataúd para “demostrar el poder de fuego”.
Otro elemento son “los memoriales a los caídos”, es decir murales y animitas para quienes han muerto e integraron alguna banda. Añade otro, que si bien data desde la década de los noventa, se sigue utilizando: colgar desde el tendido eléctrico zapatillas para “marcar los territorios”.
Expresiones
Otro rasgo que destaca el padre Ossandón es el que representan los artistas urbanos y “la apología a la violencia y a la cultura narco” que se hace en sus canciones.
“Percibo que el mundo narco ha ido tomando el control del territorio y le van quitando la libertad a las personas. Lo vemos por ejemplo, en la música urbana. Hoy los artistas más escuchados en Chile son todos artistas vinculados a esta narcocultura, que se asocia el éxito económico, a una vida de lujo, incluso el éxito sexual, vinculado al manejo de las armas y el uso de drogas. La música transmite eso y va penetrando en los jóvenes”.
El diácono Juan Araya, también de la comuna de Lo Espejo, lamenta que “se están validando muchas expresiones de violencia como una forma de vida, especialmente en niños y jóvenes. Se está introduciendo la validación de una narcocultura”.
Asegura que “la narcocultura genera atractivo en los jóvenes. El traficante o el narco, se transforma y se le reconoce como un ‘héroe’, que contribuye más al bienestar de la población que el propio gobierno local o el Estado”.
Araya conoce de cerca el tema y explica que “en la narcocultura existen los rangos y jerarquías, pero el valor de ello lo da el reconocimiento del territorio. Un soldado que ha ‘salvado más batallas’, subirá de rango y tendrá su reconocimiento a la hora de morir. Sus memoriales han reemplazado a las animitas que acostumbrábamos a encontrar. En el memorial de un soldado hay un gran lienzo con su rostro, alguna frase simbólica y, si tiene categoría mayor, tendrá además un número de armas de distinto calibre”.
Colonias
Ambos religiosos destacan las Colonias Urbanas, que desarrolla la Iglesia Católica durante una semana en invierno y una semana en verano, y que consisten en “diversas actividades recreativas y educativas para los niños y niñas, ofreciéndoles un espacio de promoción, de sano esparcimiento, que los mantiene alejados de los malos ambientes y les permite entusiasmarse con grandes valores”, resume Ossandón.
Por su parte, Araya añade que “el primer impacto de las colonias urbanas es en jóvenes de entre 15 y 21 años de la comuna, que son formados mediante talleres, con el objetivo que lleguen preparados al trabajo en terreno con los niños de entre 5 y 13 años”. El padre asegura que “el sentido de pertenencia que desarrollan los monitores los moviliza a que no exista ninguna barrera para desarrollar las colonias en el territorio”.
Con todo, tanto Araya como Ossandón concluyen que es necesario “mayor apoyo desde el Estado” para fortalecer los programas de prevención.
Imagen de video
En Lo Espejo hay varios memoriales a integrantes de bandas que han sido asesinados, en la población José María Caro. Daniel Inostroza
El Jordan 23 y Marcianeke lucen armas de fuego e incentivan el consumo de drogas en sus canciones. Ambos son de los más escuchados en Spotify.