Señor Director:
Con motivo de la conmemoración del 8M, se han resaltado las duras situaciones que enfrentan distintos grupos de mujeres en nuestro país. A estas es esencial agregar la falta de un verdadero enfoque de género en el sistema penitenciario, el que debiese apuntar a fomentar las condiciones para una adecuada reinserción social y atender específicamente a las necesidades de la población femenina. Sin embargo, suelen verse desatendidas en un sistema pensado y diseñado por y para hombres.
En Chile hay más de 3.000 mujeres privadas de libertad, de las cuales un 89% son madres. Además de una condena penal, ellas deben lidiar con la disrupción familiar, el cuidado de sus hijos y el estigma social. Muchas experimentan pobreza y exclusión social previas a su reclusión y el escaso acceso a oportunidades concretas de reinserción social implica que muchas no cuentan ni contarán con las herramientas adecuadas para enfrentar la vida pospenitenciaria. En un país donde el 73% de los hogares con una mujer a cargo son monoparentales, esto representa un desafío mayúsculo para ellas.
El acceso a capacitación en oficios con demanda real, la protección de sus hijos, la promoción de medidas alternativas al encarcelamiento o la incorporación de criterios de maternidad en el otorgamiento de beneficios penitenciarios, entre otras, pueden ser sólidas contribuciones. Es urgente disminuir el impacto de la prisión en sus hijos(as), especialmente menores de edad, para avanzar hacia un país más seguro, donde se mantengan alejados de ambientes delictuales y cuenten con la contención y cariño de un hogar.
Rolando Carmona Aldunate
Encargado Área de estudios
Fundación Paternitas