Señor Director:
Bastante se ha hablado sobre los trabajos esenciales y las nuevas restricciones producto de la pandemia. Si se busca en internet sobre el tema, se despliega un listado de labores permitidas e, incluso, se mencionan aquellas que ya están obsoletas para la realidad actual. Es curioso que no aparezca ni una sola vez ‘jefa de hogar’, trabajo no remunerado, multifacético, vitalicio y común en nuestro país. Curioso porque según el último censo (2017), más de dos millones de mujeres —más del 40% del total de hogares en Chile— son el principal sustento de su hogar y las que tienen la responsabilidad familiar de alimentar, educar y cuidar a sus hijos.
En Paternitas trabajamos con mujeres —en su mayoría con antecedentes penales— que quieren mejorar sus vidas, que se capacitan en un oficio y se preparan para salir al mercado laboral. Muchas son madres con uno, dos, varios hijos y sin redes familiares que puedan apoyarlas —por falta de recursos o por encontrarse en situaciones similares—. Es más, terminado el proceso de capacitación, nos hemos encontrado con un gran problema: una vez gestionada la entrevista laboral, muchas no han podido asistir debido a la falta de redes de apoyo para el cuidado de sus hijos.
Sumemos a esto —y con igual relevancia— que tampoco cuentan con un permiso especial para ese ‘desplazamiento’. En definitiva, ser ‘jefa de hogar’ no es lo suficientemente esencial para entregarles herramientas que comulguen con sus esfuerzos y, en ello, estas mujeres se aíslan en sus casas junto a sus sueños.
Bastaría con considerar un enfoque de género que reconozca la esencialidad de la labor que realizan para buscar alternativas que les faciliten el proceso. En Paternitas, las preparamos para encontrar oportunidades de trabajo y sumarles otro título al de jefas de hogar, pero se necesita más ayuda para que puedan ejercer efectivamente lo que han aprendido, sin renunciar a sus otras labores.
Thiare Rosales
Psicóloga PUC Fundación Paternitas