C.R.E.O. 2022: Etapa de colocación y seguimiento laboral

Nuestro programa C.R.E.O. 2022, perteneciente al área de Reinserción, ya se encuentra en la etapa de colocación y seguimiento laboral. Nuestras tutoras psicosociales son las encargadas de visitar, acompañar y guiar a los alumnos y alumnas que terminaron con éxito el proceso de capacitación y módulos transversales.

Agradecemos a nuestras empresas socias que cada año se suman al desafío de la Reinserción y nos apoyan con cupos laborales.

Ejecutado en el marco del Programa Servicios Sociales, línea Subsecretaría del Trabajo, convocatoria 2022, Gobierno de Chile; fueron 60 hombres y mujeres cumpliendo condena en el sistema abierto de Gendarmería de Chile y/o postpenitenciario los que se atrevieron a cambiar su vida y ser parte de Paternitas.

Programa C.R.E.O. 2022: 42 alumnos y alumnas certificados

Después de cuatro  finalizamos oficialmente nuestro programa C.R.E.O. 2022, perteneciente al área de Reinserción que tuvo como objetivo principal favorecer la empleabilidad e integración socio-laboral de XX hombres y mujeres, en su mayoría con antecedentes penales cumpliendo condena en el medio libre.

Ejecutado en el marco del Programa Servicios Sociales, línea Subsecretaría del Trabajo, convocatoria 2022, Gobierno de Chile; el programa contó con un acompañamiento psicosocial personalizado, módulos transversales y capacitación en los oficios de Obras Menores Sanitarias y de Grifería; Fabricación, Reparación y Montaje de Estructuras Metálicas en el Subsector Metalúrgico Metalmecánico y Obras Menores de Terminación en Edificación para terminar con la colocación laboral y seguimiento.

Fueron  42 alumnos y alumnas los que recibieron su diploma y los que han demostrado que sí se puede.

Entrevista Revista Sábado: Ira y Tiempo del cura de los presos

Seguido, manda cartas punzantes donde defiende los derechos de los privados de libertad y pone el ojo en lo que los demás esconden bajo la alfombra. Pese a la violencia y la crisis de seguridad, el sacerdote sigue pidiendo menos cárcel y más reinserción. Critica a todos los gobiernos en ese tema, y acá evalúa una parte del borrador de la Constituyente sobre el trato a los presos: ‘Si esto está en la Constitución actual y no se ha hecho, ¿por qué ellos lo van a hacer?’, dice. Pide el voto para los presos y confiesa que fueron ellos los que lo salvaron a él.

Dice que gracias a que escribe, no junta rabia. ‘Escribo para no morir’, asegura en su lenguaje cargado de frases poéticas. ‘Porque si no digo lo que siento, ¿a dónde se va? Y me conlleva a la rabia, a la desesperación y a la muerte’.

Hablado, Nicolás Vial es suave, pausado. Escrito, en sus cartas, las decenas que manda al año a este diario y otros medios, es incisivo, duro, al hueso. ‘Chile se merece la delincuencia que tiene’, es una de sus frases. En sus cartas las emprende contra ‘autoridades débiles y sin coraje’, ‘desalmados y enajenados’ —así se titulan algunas— ‘desangramiento nacional’.

—De alguna forma yo escribo para visibilizar lo que la sociedad quiere ocultar —agrega.

En enero de 2019, nueve meses antes del estallido, escribió: ‘Hay rabia acumulada y ante cualquier ocasión para manifestarla, las personas lo hacen sin medir las consecuencias. Contra todo protocolo, ética y trato digno, surgen grupetes, verdaderos lobos rapaces, que se permiten ser usureros en el ámbito del comercio, abusadores en las policías, manipuladores de conciencia y acciones impropias en las iglesias, oportunistas y zánganos en el Parlamento, en el mundo de la política, en la empresa privada, en los servicios, etcétera, llevando al descrédito y a desconfianzas sin precedentes’.

—Lo que explotó en octubre de 2019 no lo sorprendió tanto.

—Me sorprendió, pero por la ceguera y la sordera de la autoridad. Es como si hubieran dicho ‘este cura está desvariando o es un loco que está diciendo cosas que soñó anoche’. Me sorprendió el silencio y ese sentirse como supremos, que lo tienen todo resuelto y que a quien les dice algo distinto, o que no esperaban que se lo dijeran, lo ignoran como si no existiera. Eso a mí me conmueve negativamente, en el sentido de que no entiendo la actitud.

Reconoce que muchas de sus cartas caen en un pozo de silencio.

Le gusta también citar una frase de Fedor Dostoyevski: ‘El grado de civilización de una sociedad se mide por el trato a sus presos’. Eso es lo que lo ha movido desde el principio. Desde que como sacerdote diocesano, lleva más de tres décadas paseándose por cárceles —fue capellán de Gendarmería—, hablando con presos. Así nació Paternitas, que funciona en un caserón en Recoleta, fundación que apoya a jóvenes y adultos vinculados al mundo delictual, en su reinserción.

—Paternitas no es una ideología —agrega—, es una realidad desde abajo, que nace gritando como los presos que me dijeron ¿y qué pasa con nuestros hijos? No queremos que sigan nuestro camino.

—¿Pero si tuviera cierta ideología suya, podríamos decir que usted es una persona progresista?

—Soy cristiano —responde—. O sea, la sociedad lo dirá. Yo he tenido grandes problemas por mis cartas. Y a veces gente muy cercana que uno no pensaría que… Se confunde tal vez ideología con política. Si lee todas mis cartas, no tengo ningún partido que haya preferido. He criticado a Piñera, a Bachelet, a Lagos. Critico a Boric, y ensalzo cuando hay decisiones acertadas y prontas para ejecutar en favor de los presos.

Su última polémica fue con el subsecretario de Prevención del Delito actual, a quien le sugirió ‘que se tome todo el tiempo necesario para escuchar —de primera línea y no versiones de escritorio— a quienes cometen los delitos, para saber cuál es la génesis y motivación de ellos (…). Más de 100 años que dicen lo mismo. Palabrería aprendida que no ha dado ningún resultado’.

En otra carta reciente escribió: ‘Se destaca en el borrador de la nueva Constitución —artículo 9 de los ‘Derechos fundamentales’— (…) así como la reinserción social de las personas condenadas, serán desarrolladas por los organismos públicos que señale esta Constitución y la ley, en forma coordinada y con irrestricto respeto a los derechos humanos’. ¿Burla o incompetencia? Si no se ha mostrado cambio alguno en el trato digno del mundo penal, ¿quién podría creer que solo el Estado sea capaz, sin la coordinación competente de la sociedad civil? ¡Qué descomunal soberbia!’.

—¿Le parece una pésima idea?

—Creo eso, por lo que veo hace más de 40 años. Cada vez que el Estado ha asumido directamente un proyecto rehabilitador, tiene sobre el 70 de reincidencia. Es algo que no se puede concebir, que el fracaso continuo de una institución del Estado representado por los gobiernos se arrogue la posibilidad de asumir este programa, que involucra familias, que involucra la salud de los privados de libertad, su fe. Gendarmería, en cuanto a lo que yo conozco, siempre pone un techo a sus profesionales: ‘Hasta aquí, nomás, porque más allá no nos corresponde’. ‘¿Cuál es el techo?’. ‘¿Cuántos atendiste este mes?’. ‘Ah, estamos bien…’.

El martes, en la franja del Rechazo apareció un exconvicto contando su historia, diciendo que Paternitas lo ayudó y criticando, por tanto, que el Estado se quiera hacer cargo. La fundación sacó un comunicado señalando que ‘no representa nuestro pensamiento institucional, dado que nos mantenemos al margen de opiniones coyunturales’. Lo mismo dice ahora Vial, quien sí admite que un texto que apoye el aborto, ‘en cualquier circunstancia de su proceso de gestación hasta nacer, para mí significa que no respeta la vida y eso ya me da una opción para que esta posible Constitución no me convenza’.

Toma unas hojas con una parte del borrador de la nueva Constitución y las levanta.

—Sobre los artículos que más destaco —se refiere a algunos párrafos subrayados en amarillo—, siempre en relación con lo que he hecho toda mi vida, encuentro que es una ideología que nació de algunos que se creen superhéroes y que saben por osmosis o por algún ángel especial que les dio a conocer lo que había dentro de las cárceles. ¡Cómo puede ser!

Lee:

—Por ejemplo: ‘Todo privado de libertad no puede sufrir limitaciones más que la propia de la privación de libertad’. Pero yo me pregunto ¿quién escribió esto? ¿Cuándo fue a una cárcel y vio esto, que sigue siendo toda clase de privaciones, toda clase de sufrimiento? No sabía que había tantos iluminados para hacer eso.

—Pero justamente el borrador manifiesta una intención de mejorar y cambiar las cosas…

—Pero si esto está en la Constitución actual y no se ha hecho, ¿por qué ellos lo van a hacer? Para terminar, dice aquí que es importante que los establecimientos penitenciarios deben contar con espacio para el estudio, para el trabajo, para el deporte, las culturas, ¡y algunos duermen en los baños! Qué grupo humano tan brillante… Quiero que me digan cómo.

—Pero el cómo lo debería aterrizar la ley.

—¿Y si la ley demora 10 años en concebirse, como algunos especialistas creen, para terminar los 100 y tantos artículos?

—¿A usted lo que más le molesta es que el Estado sea el único encargado?

—No, no, no, no me molesta. Siempre dije que Paternitas existirá hasta que el Estado haga lo que hace Paternitas. A mí lo que me molesta es que, con la experiencia que se ha tenido y a más de 100 años de historia de maltratos y abusos a los presos, se diga que hoy día vaya a haber un giro copernicano. Nosotros le hemos ofrecido al Gobierno actual: si necesitan, juntémonos. No para meternos, sino para mostrar la forma en que hemos hecho las cosas, y en este caso dio resultados.

—¿No lo ha llamado nadie?

—Pero nadie, entonces yo diría, bueno, si son iluminados, no necesitan a nadie, pero no creo que lo sean.

Política sucia

—¿Hoy hay mayor conciencia del tema de las cárceles?

—Se está visibilizando, pero a mí no me gusta que se visibilicen las cárceles, sino la gente, y que se terminen muchos de los delitos que, de acuerdo al Código Penal, se establece privación de libertad. Hay una enormidad de delitos que debieran ser sancionados en sistemas abiertos, dirigidos por instituciones civiles como Paternitas y otras, y que las cárceles sean para un mínimo de personas. Porque ¿dónde se creó el delincuente? En una sociedad indiferente.

—¿Pero entiende que frente a la violencia la gente está angustiada y sienta que los delincuentes se tomaron la calle?

—Yo entiendo que la indiferencia, la falta de esa justicia equitativa llevó a esto.

—Pero eso es un diagnóstico, no una solución a mediano plazo.

—Para mí, hay dos soluciones. Una, a largo plazo, que son los municipios, el gobierno más cercano a la vida humana en conflicto. Pero al final terminamos en lo mismo, más privación de libertad, más penas. Yo soy al revés: mucho menos pena privativa de libertad y mucha más inserción en la sociedad a través de estas instituciones que son exitosas.

—¿Y cómo se explica el abandono de muchos presos, mientras en la cárcel hay narcos con celulares, con sushi, con drogas, haciendo lives en Instagram desde su celda?

—El Estado de derecho no está funcionando, esa es la razón. Porque un Estado de derecho que funcione y califique bien al personal de custodia, que tenga una mirada atenta hacia la gente que tiene que ayudar… Si funcionan algunos por dineros o por corrupción, el Estado de derecho no está funcionando bien. Y también hay que entender que en las cárceles en algún momento dado hay situaciones que son inmanejables. El que quiere ejercer la delincuencia va a buscar la manera de hacerlo.

—A raíz del beneficio de salida que se le otorgó a Celestino Córdova, usted escribió: ‘Es exacto que Gendarmería es quien otorga los beneficios intrapenitenciarios y, según mi larga experiencia, nunca se les ha dado a quienes ejercen fuerza con huelgas de hambre. La razón de fondo es que Gendarmería y el Ministerio de Justicia son dependientes del gobierno de turno. Esta resolución sólo puede entenderse bajo fuertes presiones políticas: Acceder o cesantía’.

—Exactamente y lo mantengo. Como capellán (de Gendarmería), cuando venían los beneficios, una de las cosas y requisitos fundamentales era la conducta al interior de las cárceles. Y una de las cosas más reprochables eran las huelgas de hambre. No es ningún misterio que Celestino se metió en una huelga de hambre larguísima y ahí algo sucedió: después apareció la posibilidad de salir y hacer sus machitunes. Entonces, yo me pregunto: ¿Por qué a los presos que son devotos de la Virgen de Lo Vásquez y tienen buena conducta no les permiten ir a Lo Vásquez?

—¿Cómo se responde eso? ¿Presión política?

—Política sucia. ¿Quién está detrás ahí, teniendo el mando y una muñeca muy de hierro para que nadie se la doble? No sé, no estoy ahí, no me siento político.

La cruz y el espadín

—¿Sigue pensando lo mismo que en 2019 sobre la violencia en el Instituto Nacional? Escribió: ‘¡Qué fiasco la educación en Chile! Símbolo de ello son las iniciativas de represión e invasión policial a las que se recurre habitualmente ante eventos que ayer alcanzaban acuerdos con el diálogo, el respeto y el sentido común. Lo más burdo, desatinado y oscurantista es la revisión de las mochilas, que sin duda ahonda en la violencia y la negación para educar. Venció el imperio de la opresión, la dictadura y el abuso del poder’. Esto lo podría haber dicho Daniel Jadue.

—¿No es cierto? —dice, divertido—. Para que vea.

—¿Usted sigue pensando igual, viendo lo que pasa en los liceos emblemáticos?

—Sí, pienso que se tergiversó la educación; la educación para el amor, para la responsabilidad, para ser un elemento útil en esta sociedad en que vivo. Entonces eso es pura represión.

—¿Pero con este discurso no sigue escalando la violencia? Porque el discurso suyo es muy acogedor, pero entremedio los alumnos no pueden ir al colegio.

—Bueno, lo que no debiera seguir es la tónica que hace que la gente actúe así, yo lo digo para eso. Fundamentalmente para que el educador o el legislador, o el que lleva la batuta política en el gobierno de turno, tome conocimiento y diga ‘a ver, ¿qué podemos hacer aquí para cambiar?’.

—¿Y tiene la esperanza de que las prácticas del Sename queden atrás con el Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil?

—Los cambios de nombre no me dicen nada, a mí lo que me dice es la práctica y, sobre todo, lo que se hace desde abajo, el escuchar al que está en situación complicada, el que vive en la miseria y está asediado por los piojos y la violencia. Hoy las bandas de las cárceles de adultos son terroríficas, a diferencia de antes. El otro día me ofrecieron una cruz maravillosa, antiquísima, de 1800 y tanto, de hierro, para una cárcel. Yo le dije, sinceramente, ‘señora, le digo que no, porque la cárcel, con hierro hace puntas, sables, espadines, entonces la cruz va a empezar a desmantelarse, si es que me la dejan entrar’.

—A usted, que se dice garantista, ¿le preocupa que este Gobierno se endurezca en este sentido? ¿Cree que va a tener que retroceder y ponerse más duro?

—Lo está haciendo, ¿no es cierto?

—¿Y le preocupa?

—A mí no me preocupa que se ejerza el Estado de Derecho. Me parece que quien comete un acto que va en contra del Estado de Derecho tiene que ser sancionado. Ahora, vuelvo a decir, no tiene por qué ir a la cárcel, ahí es donde tiene que abrirse una posibilidad, hay muchas formas.

—¿El derecho a voto de los privados de libertad cambiaría las cosas para ellos?

—Cuando entré a Gendarmería, el 92 más o menos, casi simultáneo a la fundación de Paternitas, 93, al director que me recibió le dije ‘mira, fulano de tal, promueve el voto en los presos y te vas a convertir en diputado y senador’. Interesante, dijo. Hay 400 mil personas en torno a esto de los privados de libertad. Pero no hizo nada. El siguiente, nada; hasta hoy, nada. Yo estoy de acuerdo en que voten, pero informados.

—¿Se violan los derechos humanos de los presos?

—Evidente, cómo no va a ser, el derecho a la salud.

—Para el estallido hubo muchas querellas por violación a los derechos humanos. ¿Por qué nadie se querella contra el Estado por los presos?

—Tiene que ser la familia. Yo les he pedido a las familias que se vayan a La Moneda, un millón de personas, y se sienten en el parque que está en la Plaza de la Constitución, en silencio, a exigir derechos. Se muere cualquier gobierno si encuentra un millón de personas que están pidiendo derechos tan simples como que traten como personas a los que están en privación de libertad. Claro que es difícil mover un millón de personas.

—¿Qué es lo que más ha aprendido de los presos?

—Cuando yo iba recién enviado por el seminario, decía ‘voy a ir a salvar, voy con la filosofía, con la Biblia’. Ahora le puedo decir que me salvaron ellos y me enseñaron a ser más persona, y quizás si no, habría sido un delincuente.

—¿Usted?

—No sé. Uno nunca sabe, el ser humano tiene demonios que son incontrolables.

Programa C.R.E.C.E. Cerro Navia en su etapa final

Ya estamos en la etapa final de nuestro programa C.R.E.C.E. Cerro Navia y podemos decir que ¡lo logramos! 40 apoderadas del colegio @cree_cerro_navia pudieron materializar su proyecto comunitario, uno que ellas mismas crearon, estudiaron y gestionaron con diversas instituciones como, por ejemplo, la municipalidad.

Te dejamos un pequeño resumen:

 

Este programa tiene como fin fortalecer la comunidad que como apoderados y apoderadas del colegio @cree_cerro_navia componen y empoderarlos como educadores y agentes de cambio. Todo, para prevenir futuras acciones no deseadas. ¿Cómo funciona?

Taller I: Capacitación en oficio y herramientas comunitarias desde donde los participantes comienzan a crear su proyecto.

Taller II: Estrategias para fortalecer la crianza de los estudiantes a su cargo. Esto, a través de un programa implementado con éxito internacionalmente @triplep_latam_

Junto a Starbucks Chile renovamos el invernadero de nuestra Comunidad Terapéutica

 

90 voluntarios de @starbuckschile nos regalaron un hermoso día: Junto a nuestros usuarios, los profesionales de Paternitas y @chilehuerta volvieron a crear el invernadero de nuestra Comunidad Terapéutica.

Ubicada en la comuna de El Monte y perteneciente al área de Rehabilitación, es un espacio de carácter residencial, personalizado y preocupado de la necesidades particulares de cada persona que presente consumo problemático de alcohol y drogas. Entre sus actividades e incorporado en el programa de terapia está el trabajo directo con la tierra y la naturaleza, por lo que esta ayuda28 no sólo representa un avance en la tecnología del cuidado de la siembra y cosecha, sino que también un gran paso para quienes se encuentran en su proceso de rehabilitación.

Puedes ver un resumen de lo que fue este maravilloso día AQUÍ

 

 

 

 

 

 

Programa de Reinserción C.R.E.O. 2022: Comenzamos con los cursos pero aún quedan cupos

Dimos inicio a nuestro programa del área de Reinserción C.R.E.O. 2022, cuyo objetivo es favorecer la empleabilidad e integración socio-laboral de personas con antecedentes penales. En su etapa final el curso cuenta con colocación laboral dependiente en algunas de sus empresas socias.

Gracias al “Programa Servicios Sociales 2022, Línea Subsecretaría del Trabajo, Gobierno de Chile”, podemos hacer realidad este hermoso proyecto que contempla un acompañamiento psicosocial personalizado durante el proceso.

Dale play al video para conocer más.

Reportaje La Tercera: Aumento de la delincuencia: tres voces, desde la cárcel, explican el por qué

Dos internos de la ex Penitenciaría de Santiago que forman parte de nuestro curso de Reinserción, dieron sus impresiones respecto al aumento de la delincuencia en Chile.

Te dejamos el link AQUÍ o también puedes leer la nota a continuación:

Aumento de la delincuencia: tres voces, desde la cárcel, explican el por qué

¿Por qué ha crecido la cantidad y la violencia de delitos de mayor connotación social? Dos reos del programa Intramuros de la Fundación Paternitas y un gendarme responden una de las preguntas que más inquieta a los chilenos. “La calle está brava, hay muchas más armas de fuego dando vueltas”, coinciden.

El aumento de los delitos de mayor connotación social es un fenómeno que golpea a todas las aristas de la población. Incluso en la cárcel, donde cumplen condena quienes los cometen. Por eso, dos reos que participan del taller de soldadura del programa Intramuros de la Fundación Paternitas y un teniente de Gendarmería entregan luces de un problema que conocen en detalle.

La población penal hoy es más joven y violenta, concuerdan, un reflejo claro de lo que ocurre fuera de las cárceles. La mayor cantidad de armas de fuego, familias destruidas y la estigmatización, aseguran, son las claves que explican la creciente ola de hechos delictivos. “Nadie nace queriendo ser delincuente, pero en algún momento el camino se tuerce y eso no se previene”, dicen los reos.

Alejandro Huenchumán (40), preso: “En Chile era raro ver un arma de fuego, ahora hay muchas”

Alejandro Huenchumán Olave (40), cumple condena por robo en lugar no habitado y receptación. Actualmente, cursa un taller de metalurgia dictado por la fundación Paternitas, con el que espera conseguir trabajo. Foto: Andrés Pérez

“A como era antes la calle, hoy está mucho más compleja, más brava. Antiguamente, en Chile era raro ver un arma de fuego, pero ahora hay muchas. Se subieron las penas por porte de arma y creo que eso es bueno, porque antes una persona que era descubierta portando un arma recibía 61 días de condena; ahora, si la persona es reincidente, le pueden dar penas que van desde los tres años. Eso hace que un delincuente piense dos veces si cometerá o no el delito, porque si comete un homicidio y, además lo encuentran con el arma, estará muchos años preso.

Creo que hay mucha violencia en las calles, tanto de la juventud como de todos. Yo he recapacitado y veo que la juventud hoy en día necesita ayuda, porque hay mucha estigmatización, pero muy pocas acciones para ayudar a los niños que están comenzando en este mundo. Yo siempre intento conversar con los jóvenes que caen acá, les explico mi historia y les digo que no sean como soy yo, que he pasado toda mi vida preso.

Es gente que aún puede cambiar, de 18 a 21 años, y mi idea es que cuando estén libres no se repitan el plato, como le decimos acá, porque la vida en la cárcel es muy dura, muy difícil. Hace 15 años, todo era mucho más fluido, pero ahora cada vez hay menos beneficios y por eso aconsejo a mis amigos que participan conmigo en estos talleres. Lo bueno es que varios están trabajando y cambiaron, me alegro de eso.

Yo estoy por tercera vez acá, por robo en lugar no habitado y receptación. ¿Qué me trajo otra vez? Que nunca quise cambiar. A los 18 años fui condenado por primera vez, por 10 años. Salí libre y mi mente estaba puesta en seguir haciendo lo mismo y así fue: estuve 18 meses libre y volví a caer preso por seis años más. Y seguí igual, sin hacer conducta, siempre en módulos complejos, sin querer cambiar.

¿Por qué? Porque tenía rabia, frustración. Cuando niño, estudié hasta el quinto básico, pero cuando comencé con las malas juntas dejé de ir al colegio. Mi mamá me dejó muy chico con mis tíos, porque se fue a trabajar puertas adentro a una casa. Y mis tíos me castigaban, me pegaban para enseñarme a su manera que lo que hacía estaba mal, porque sabían que andaba en cosas malas, pero yo tenía mucha rabia y no escuchaba a nadie, no entendía, sufrí mucho creyendo que mi mamá no me quería.

Ahora estoy cumpliendo ocho años y medio de condena, pero cuando llevaba tres años, comencé a cansarme de la vida que he llevado, de andar peleando todos los días, y mi primer paso para intentar cambiar fue ir al colegio, algo que nunca hice. Estoy estudiando para sacar mi tercero y cuarto medio, algo que nunca había imaginado que podía pasar y eso es también gracias a la ayuda que acá me han entregado. Nunca había ido a un sicólogo, hecho deportes, participar en cursos de desarrollo personal, de comunicación, o trabajar en algo. Pero comenzaron a preocuparse por mí y eso cambió mucho las cosas.

De niño no era un delincuente, nadie nace queriendo serlo. Me acuerdo que al principio comencé a estar mucho en la calle, luego a llegar tarde a la casa, y como a los 12 años comencé a delinquir. En ese tiempo, lo hacía como una travesura, por la adrenalina de hacer algo malo, y como no sabía hacer nada más, seguí robando”.

Teniente Iván Iturra: “La delincuencia bajó su rango de edad; vienen con una mentalidad más violenta”

“Lo que he observado es que la delincuencia bajó su rango de edad. Ahora, por lo general la mayoría de los delincuentes van entre los 14 a los 18 años y ya vienen con una mentalidad más violenta, mucho más que hace algunos años. Antes, el interno que era choro o ladrón era más respetuoso, caballero, y pese a todo lo malo que hacía, con la autoridad tenía una buena disposición. Ahora, varios presos, pero sobre todo los jóvenes, son muy violentos y eso viene marcado por la violencia que hay en las calles.

He visto que la gran mayoría de los jóvenes que ahora están ingresando son por delitos como robo: robo con intimidación, robo con violencia, robo en lugar habitado y no habitado, y en menor cantidad, por tráfico de drogas.

También hay un roce generacional entre los delincuentes, porque se produce un efecto de que cuando el interno estuvo recluido en una cárcel de menores desarrolló una actitud muy violenta frente a sus compañeros y autoridades, pero cuando llega acá debe calmarse, bajar uno o dos cambios para poder desenvolverse, porque los internos más viejos o más experimentados son los que llevan la batuta. Los jóvenes llegan con todo su ímpetu, su vitalidad, pero acá deben frenarse.

También pasa que lo que ocurre afuera de la cárcel repercute en el interior, o lo mismo al revés. Afuera, por lo general cuando bandas rivales o de comunas diferentes tienen problemas entre ellas, siempre hay alguna consecuencia en la unidad penal. Porque aquí la población penal se divide por sus comunas, entonces cuando un interno llega, lo primero que hace es buscar a los otros compañeros de delito en su comuna.

¿Es posible reinsertarlos en la sociedad? Es muy complejo dar una respuesta tan tajante de si los reos se rehabilitan o no. Aquí trabajamos con personas que en algún momento de sus vidas torcieron el camino de sus vidas y cometieron algún tipo de delito, pero hay otros que son totalmente reincidentes, por lo que cuesta mucho trabajar con estas personas, aunque no es imposible.

Hay muchos que continúan trabajando afuera en alguno de los oficios que aquí aprendieron y eso se ve también en un cambio cultural que se está dando en esta unidad penal. Antes, esta era una de las cárceles más peligrosas de Sudamérica, pero ahora no. Antes, era mal visto el interno que trabajara, porque la cultura carcelaria miraba mal que un ladrón o un delincuente se ganara la vida trabajando; ahora, esto cambió totalmente. Aquí sí se dan más oportunidades de reinserción social y varios las toman de buena forma”.

Juan Manríquez (42), preso: “Pocos se preguntan cómo un delincuente llegó a serlo”

Juan Manríquez Jiménez (42) cumple condena por tráfico de drogas. Actualmente, cursa el taller de metalurgia para internos en la ex Penitenciaria de Santiago, que dicta la fundación Paternitas. Foto: Andrés Pérez

“La sociedad es una responsabilidad compartida y todos tenemos que aportar para hacerla mejor y eso es algo que se ha perdido. Obviamente, un delincuente tiene una mente torcida, que va en contra de esto, por algo es un antisocial, pero lo que pocos se preguntan es cómo fue que llegó a esto.

Yo ingresé a este mundo delictual a los 12 años, y lo hice porque era lo único que sabía hacer. Mis padres me dejaron en la Ciudad del Niño cuando tenía dos años porque no tenían las condiciones para mantenerme y prácticamente no los conocí, apenas los veía una vez al mes.

Mi papá maltrataba a mi mamá -que sufría una discapacidad física- y además era ladrón, entonces con todo eso, con el abandono que sufrí, lo único que sentía en mi corazón era rabia. Rabia con todo el mundo, con mis padres, con la sociedad, con todos. Y pienso que muchos de los jóvenes que hoy están delinquiendo están pasando por algo parecido, porque la sociedad comienza por la familia.

puede sonar extraño lo que voy a decir, pero creo que la sociedad tiene una deuda grande con la población penal, porque la gran mayoría fuimos niños que no tuvimos ninguna oportunidad, solo recibimos exclusión y maltratos. Entonces, ahora muchos pueden pensar: ¿por qué te deberían ayudar, si cometiste delitos? Y está bien que pague, porque fue un grave error que cometí, pero, ¿por qué no se me enseñó otro camino antes?

Desde los 12 años, cuando comencé a delinquir, vivía a la orilla del Mapocho. Y ahí éramos muchos con la misma historia y todos veníamos de hogares de menores. Entonces, uno piensa: si las instituciones saben que hay niños delinquiendo, tienen las fichas de ellos, ¿por qué no se hace algo antes? Creo que ahí está el centro del problema con la delincuencia que hoy estamos sufriendo.

También hay un problema en la entrega de oportunidades a la gente que estuvo presa. Yo lo viví. Ahora estoy cumpliendo mi segunda condena por tráfico de drogas y no quiero justificarme, pero también lo hice porque no pude encontrar trabajo. Cuando cumplí mi primera condena por robo, salí a la calle y trabajé como guardia -que es uno de los peores trabajos que puede hacer un ex preso, es muy mal mirada-, pero lo hice igual. Para entrar a la empresa tuve que falsificar mi certificado de antecedentes, porque nadie quería darme una oportunidad. Me mantuve varios años en ese trabajo, hasta que me descubrieron y me echaron; me marcaron, no pude trabajar en ninguna otra empresa de seguridad. Ahí caí en depresión, volví a sentir rabia del mundo y terminé delinquiendo y, luego, preso.

Creo que son muchos los internos que quieren una oportunidad porque, al final, todo el mundo comete errores, desde los presidentes hacia abajo, pero con nosotros hay un estigma que en casi todos los casos se carga desde chico y eso determina muchas veces el rumbo que un niño va a tomar como adulto. Nunca tuve las oportunidades que ahora tengo y, si alguien me hubiese enseñado, se hubiese preocupado por mí, pienso que mi historia hubiese sido otra, aunque ahora estoy queriendo cambiar mi historia, porque tampoco quiero que mis hijos sean delincuentes, y por suerte no lo son”.

Celebramos a la Virgen de Montserrat

En compañía del Cardenal Arzobispo de Santiago Don Celestino Aós, el Vicario Episcopal de la zona Norte, Pbro. Ignacio Gramsch, nuestro fundador Pbro. Nicolás Vial; y un gran número de adherentes celebramos el día de Nuestra Señora de Montserrat a quien tenemos el honor de cuidar en el templo La Viñita. 

La Virgen de Montserrat, conocida popularmente como “La Morena”, “La Cholita”, “Mamita Monse”, es la Patrona de Cataluña y una de las nueve patronas de la Comunidad Autónoma de España.

En Chile es principalmente honrada por quienes se han vinculado al mundo del hampa, de la cárcel, de la marginalidad. A ella acuden en los momentos de más desolación. Si embargo, no sólo acompaña a los más desamparados de nuestra sociedad; sino a quien se acerque y lo necesite. 

Programa C.R.E.O. 2022: Convenio de colaboración

Gracias al “Programa Servicios Sociales, Subsecretaría del Trabajo 2022, Gobierno de Chile” podemos llevar a cabo una nueva versión de nuestro Programa C.R.E.O. 2022 que busca favorecer la empleabilidad e inserción socio-laboral de personas con antecedentes delictuales que cumplen condena en el medio libre (sistema abierto o post penitenciario).

Convenio transferencia y colaboración Subsecretaria del Trabajo y Fundación Paternitas