Señor Director:
El informe publicado en “período estival” sobre las cárceles chilenas bien puede titularse “un chiste cruel”. Esto debido a los cientos de estudios semejantes que entre tiempos, prácticamente calcados, se dan a conocer a la comunidad. La noticia aparece como máximo uno o dos días y luego un silencio abismante la sepulta hasta que otra vez una nueva investigación la pone de relieve para hundirla lo más pronto posible en el olvido.
Recordemos las denuncias que hicieran algunos ministros de la Corte Suprema y de Apelaciones, señora Mónica Maldonado y don Carlos Cerda, por ejemplo, que luego de levantar un poco de polvareda todo volvió a la calma, a la oscuridad y a la nada.
Lo que, sin embargo, no deja de llamar la atención es la voz que sacan algunos parlamentarios, mostrándose escandalizados por tanta crueldad y atrocidades hacia el segmento de los privados de libertad. Impacta el histrionismo que muestran al salir al ruedo periodístico rasgando vestiduras y lamentando que en Chile todavía existan torturas, tratos inhumanos y degradantes.
A ellos se les paga, con plata de todos los ciudadanos, sendas dietas para que se ocupen de fiscalizar con eficiencia a las distintas instituciones del Estado. No lo hacen, malgastando los recursos fiscales al no ejercer el mandato entregado por todos los chilenos. Son, al fin y al cabo, los verdaderos responsables de lo que pasa al interior de las centros privativos de libertad. Esa capacidad de manejo, manipulación e impostado candor sorprende al aparecer como víctimas por el dolor y sufrimiento de sus conciudadanos.
Si no existieran los medios de comunicación, valientes y decididos, buena parte de aquellos parlamentarios no tendrían idea de lo que está pasando en su país. ¿No sería mejor entonces prescindir de sus servicios por incompetentes, gran economía nacional, y encargar a los medios la tarea que ellos no han sido capaces de ejecutar?
Pbro. Nicolás Vial Saavedra
Presidente Fundación Paternitas